Wednesday, November 6, 2024

Chaque personne est un choix absolu de soi


Para entender el libertarianismo de Sartre tenemos que hablar de identidad, es decir,  de ontología (que es el estudio del ser). 

En su obra maestra El ser y la nada, Sartre presenta lo siguiente:

1. El en-soi: plenitud sin fisura El en-soi (lo que es en sí) es el ser de las cosas. 
Es macizo, compacto, sin falta ni distancia respecto a sí mismo. Una piedra “es lo que es”. No se pregunta por su ser, no tiene interioridad ni proyecto. Representa la positividad pura del ser. 

2. El pour-soi: negatividad encarnada.  El pour-soi (lo que es para sí) es la conciencia. Y aquí Sartre introduce le néant (la nada) como su condición constitutiva. 

La conciencia no es algo, sino una grieta en el ser. Cuando el sujeto dice “yo no soy esto”, o “no quiero ser eso”, introduce una negación: se separa del ser dado, se distancia de sí, abre un hueco ontológico. 

De este modo, la nada no es una entidad, sino el modo de ser del para-sí

3. Negación como libertad.  Esa negatividad —le néant— es lo que hace posible la libertad. 

El ser humano puede “no ser” lo que es y “ser” lo que no es. 

En ese poder de negar lo dado radica la raíz del proyecto, del deseo, del sentido. Mientras el en-soi es plenitud sin historia, el pour-soi es falta en movimiento: vive negándose y rehaciéndose. 

El ser es una lucha entre contrarios. Polos opuestos. La libertad es una negatividad ontológica.

1. Libertad como negatividad del pour-soi.  

El pour-soi (la conciencia) no coincide consigo mismo. Siempre se escapa, se desborda. En la lógica clásica, la doble negación también elimina el efecto de la primera: ¬(¬A) ≡ A. Un principio de identidad: negar dos veces equivale a afirmar. Sartre dice en L’Être et le Néant: “El hombre es una nada que se interpone entre lo que es y lo que no es.” 

Esa nada —le néant— es precisamente la libertad. 

Porque al poder decir “no”, el sujeto rompe el determinismo del ser-en-sí. 

Negar es poder distanciarse uno de sí mismo: No ser lo que se es, ni estar condenado a lo que se fue. 

 2. Libertad como condena 

Por eso Sartre afirma: “El hombre está condenado a ser libre” (L'homme est condamné à être libre). 

El ser no puede dejar de elegir. Su ser es pura apertura

Eso quiere decir que no existe una esencia previa que determine su existencia. 

Cada decisión es una autonegación de lo dado, un modo de hacerse y rehacerse. 

La libertad no es un privilegio, sino una carga: no podemos refugiarnos en una naturaleza fija, ni en un destino. 

3. La negación hace posible el proyecto 

Gracias a le néant, el ser humano proyecta. Puede decir: “aún no soy eso que quiero ser”. 

Ese intervalo entre el ser y el deber-ser —el vacío que la conciencia introduce en el mundo— es el espacio del deseo, de la acción, del sentido. 

Sin negación no habría futuro, porque no habría distancia entre lo real y lo posible. 

4. La libertad como angustia 

 La negación no solo libera: también desarraiga. Cada vez que elegimos, negamos infinitas alternativas posibles, y asumimos la responsabilidad de haberlas destruido (separado de nosotros). 

Por eso la libertad va unida a la angustia (angoisse): el vértigo ante el vacío que somos.

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